Martes 21 de julio de 2020

ACERCAMIENTO

  • Olga Gómez García, especialista Líder de Operaciones para el Sector Turismo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nos comparte su perspectiva sobre la industria turística como motor de recuperación económica y social.

Sabemos que el aumento del turismo influye sobre variables macroeconómicas de las regiones receptoras (empleo, demanda de bienes y servicios), ¿cómo realza el turismo la economía de un país?

Efectivamente el turismo es un importante motor de crecimiento y una importante fuente de empleo, exportaciones e inversión.

En concreto, el año pasado (2019) el turismo creció un 40% por encima del promedio de la economía mundial y generó, contando sus efectos directos, indirectos e inducidos, casi US$9 billones[1] de Producto Interno Bruto (10,3% del PIB total). En 2019, 330 millones de empleos dependían del turismo a nivel mundial (1 de cada 10). Además, el turismo lleva varios años siendo la tercera categoría de exportación. En 2019 el sector generó US$1,7 billones de exportaciones (casi el 30% de las exportaciones de servicios). En materia de inversión casi US$1 billón (4,8% sobre el total).

En Panamá, esta importancia del turismo es, en términos relativos, aún más relevante. De acuerdo con los datos del WTTC, en 2019 el turismo contribuyó a la generación de casi un 15% de PIB y del empleo (en torno al 5% si contamos sólo los efectos directos), más de un quinto de las exportaciones totales y más del 5% de la inversión.

En este sentido, se debe resaltar que el turismo internacional, el que más se ha visto afectado por esta crisis, tiene particularidades muy importantes. En primer lugar, la demanda turística se desplaza para consumir el producto al lugar de producción, al destino turístico. Por ello, en el caso del turismo internacional, las rentas generadas en otros países se gastan en el país receptor, contribuyendo a desarrollar las economías locales del mismo.

Además, el turismo (tanto interno como receptor) tiene un importante efecto multiplicador, es muy intensivo en capital humano, empleando a personas de todos los estratos educativos y quintiles de renta, ofreciendo oportunidades de emprendimiento y exportación a las poblaciones más vulnerables, siendo asimismo un importante sector para la empleabilidad de las mujeres y con gran participación de estas en materia de liderazgo de empresas.

Por ello, el sector contribuye más que otros sectores a la reducción de la pobreza y la inequidad, teniendo además potencial para reducir las brechas a nivel interregional.

Además. el turismo es un sector altamente innovador, que fomenta la adquisición de habilidades que coadyuvan al desarrollo de otros sectores de actividad, que contribuye a la inclusión financiera, que habilita y fomenta el desarrollo de infraestructura, particularmente en lugares remotos.

Otro punto fundamental es que el sector, con las políticas públicas adecuadas, puede ayudar a preservar, incluso mejorar, el capital natural, cultural y patrimonial de los países turísticos, tanto a través de la concienciación y la educación de la población local y visitante, como mediante las posibilidades que ofrece para la captación de recursos para la conservación y puesta en valor de estos factores.

En definitiva, las características de este sector hacen que su desarrollo y expansión, si se hace de manera apropiada, acelere el progreso socioeconómico y el bienestar de los países receptores y de sus habitantes.

Por todo lo expuesto, hoy más que nunca, debemos apoyar al sector turismo y apuntalar su recuperación.

Sí como país tendríamos que diferenciar lo urgente del corto plazo a nivel del sector turismo, ¿cuál sería su top 5? Por ejemplo, inyectar liquidez en las empresas para que no se pierda el capital humano, mantener el tono de la red de relaciones económicas, seguir visibilizando el destino.

El principal reto para el sector turístico en el corto plazo es gestionar este tremendo shock.

En primer lugar, hay que asegurar la salud de la población residente y de los visitantes, de los empleados y empresarios del sector, preservar la vida. Hay que escuchar a las autoridades sanitarias y apoyar las medidas que desde el Gobierno con estas se establezcan.

En paralelo, los Gobiernos han de crear marcos específicos para apoyar al sector turismo como sector productivo, a la par que mitigar el shock en la fuerza laboral. La afectación al sector turismo de las medidas adoptadas para el control de la pandemia es total. Creo que hay pocos sectores, si hay alguno, que se hayan visto más afectados que este.

Hay que adoptar medidas dirigidas a apoyar la supervivencia de las empresas, a preservar el empleo y a proteger a los hogares que dependen de la actividad turística.

La demanda ha caído en muchos mercados un 100%. Las empresas han enfrentado flujos de caja negativos (hasta “ingresos” negativos debido a las cancelaciones). La crisis no es una crisis momentánea, de unos días o meses. Las medidas de apoyo a nivel financiero (refinanciación, garantías, nuevos créditos) no van a ser suficientes por sí solas. Se han de apoyar medidas que faciliten la generación de ingresos (en muchos casos, nuevas vías de ingresos y líneas de negocio), sobre todo mientas la demanda internacional se recupera. Hay que reducir los gastos operativos y las barreras de entrada al reinicio de la actividad, para que no haya desincentivos a operar en las fases más tempranas de la recuperación.

Además, se deberán adoptar medidas de protección social para mitigar el fuerte shock en la renta disponible y cobertura sanitaria de los trabajadores del sector turístico, en particular va a ser importante mitigar el impacto en los hogares más vulnerables.

Y por supuesto los bioprotocolos de seguridad, el establecimiento de planes de reapertura, la identificación de fases y claridad sobre los disparadores que nos llevan de una fase a otra (o que nos devuelven a la anterior). Todo lo que sea restaurar confianza va a ser fundamental.

Y además hay que hacer todo esto en un contexto de fuerte caída de los ingresos fiscales. Nos enfrentamos verdaderamente a un reto sin precedentes, un reto que no se podrá superar sin una importante actuación gubernamental. La cooperación público - privada a nivel sectorial va a ser muy importante para superar esta crisis, pero el liderazgo y puesta en marcha de un paquete significativo y específico a nivel estatal es esencial. El Estado y la coordinación internacional son más relevantes que nunca.

En este contexto, el Grupo BID espera poder ayudar al conjunto de sus países miembros prestatarios a enfrentar este reto y superar esta crisis, a través de apoyo tanto técnico como financiero, tal y como hemos venido haciendo en los últimos 60 años en crisis anteriores.

El concepto de competitividad empresarial está bastante claro. Pero a nivel de nación debe ser una de las principales preocupaciones de los gobiernos. ¿Quién debe impulsar la competitividad de una nación y qué factores deben considerarse para la evolución del destino?

En estos momentos, con el nivel de afectación tan relevante que estamos observando, los bienes públicos o semipúblicos dirigidos a fomentar la competitividad del destino país y de los diferentes destinos a nivel nacional van a ser fundamentales.

En concreto, todo lo relativo a la demanda, a estudiar sus necesidades y deseos, sus preferencias y su comportamiento va a ser esencial.

Tener un sólido sistema de estadísticas turísticas, una unidad de inteligencia de mercados robusta, que monitoree el cambio de tendencias y las características de los diferentes segmentos de demanda y su comportamiento va a ser muy importante.

Se ha de planificar por y para la demanda, desde la demanda, siendo por supuesto conscientes de nuestra oferta, de nuestros factores de atracción, soporte y de producción, pero verdaderamente tratando de ser muy selectivos en cuanto a qué visitantes queremos atraer y por qué.

En base a alguna de las metodologías de competitividad de destinos, deberíamos analizar cómo puntuamos en los aspectos que estas definen, siempre teniendo en cuenta a los competidores y los aspectos de sostenibilidad económica, social y medioambiental. En base a esto hemos de establecer nuestra estrategia competitiva, y tratar de impulsar y atraer las inversiones que más valor agregado nos den de cara al logro de nuestros objetivos.

Va a ser muy importante tener un foco territorial claro, de destinos, y otro de producto. Y tratar de focalizarse y pensar en una adecuada secuenciación de los políticas e inversiones.

Otro factor esencial, de manera transversal, va a ser la innovación. Desde los análisis de demanda, hasta los temas de seguridad integral, de la distribución del producto, de la gestión de flujos y de la capacidad de carga, de la oferta, de la gestión de destinos en general. La innovación y la incorporación de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información a todos los niveles ya no es algo opcional que se puede postergar, es una necesidad inmediata. El Estado y los organismos internacionales como el Grupo BID pueden jugar un rol clave en facilitar esta transformación.

Finalmente, a nivel general, hay que resaltar que la mayor parte de la actividad turística la generan factores de atracción naturales, culturales y patrimoniales. Su preservación es por tanto clave.

Además, actualmente, estos elementos son decisivos para la mayor parte de los segmentos de demanda, incluso en los casos en los que no son el motivo principal del viaje. Por ello, además de por cuestiones éticas, el respeto al medioambiente y la preservación y puesta en valor del capital natural, cultural y patrimonial se deberían asumir como elementos esenciales para impulsar la competitividad turística.

Ante el panorama que caracteriza actualmente el sector turístico, seguro los consumidores adoptarán comportamientos más exigentes, ¿cuál cree usted es el reto que tiene por delante el sector a corto plazo?

El sector lleva 10 años de crecimiento constante a nivel mundial. En este periodo se ha pasado de 893 millones de llegadas por turismo internacional en 2009 a 1.462 millones en 2019. Para este año se espera que las llegadas por turismo internacional caigan notablemente, cerrando el año entre 610 millones (escenario más optimista) y 320 millones (escenario más pesimista).

Es decir, tienes un sector dimensionado para acoger entre 4.5 y 2.5 veces la demanda internacional esperada (la afectación del turismo interno se espera sea menor). Esto implica una competencia desmesurada y un poder de negociación de la demanda altísimo, sin precedentes.

Además de las exigencias propias del nuevo mundo post impacto de la pandemia, con todo lo que ello implica, están las propias de un desbalance muy importante entre demanda y oferta.

Por ello, va a ser clave conocer muy bien, lo mejor posible, a nuestra demanda objetivo, conocer muy bien a nuestros competidores, y tener una estrategia competitiva clara que se base en ofrecer productos lo mejor y más alineados posibles con las necesidades, deseos y demandas de nuestra demanda objetivo.

Será clave aprovechar este parón involuntario para salir reforzados, habiendo efectuado los cambios en materia de gobernanza, marcos regulatorios y fiscales, y las inversiones en infraestructura blanda y dura que por tanto tiempo postergamos. Creo que la importancia del sector ha quedado más que nunca de manifiesto. La recuperación será con turismo o no será. Hoy más que nunca hay que darle al sector el espacio que merece dentro de la agenda de política e inversión pública.

[1] 9 millones de millones (9*1012)